¿Quiere convertirse en periodista de datos? Invierta tiempo y salga de su zona de comodidad

Hasta ahora no he conocido a un solo verdadero periodista basado en análisis de datos que no haya invertido una extenuante cantidad de tiempo en aprender a formarse como tal.

Desde 2013, con quienes he compartido anécdotas en ese sentido, hubo coincidencia en las maratónicas jornadas nocturnas – después del trabajo- o en las de fines de semana libres dedicados enteramente para aprender a usar Excel, R, Python, Tableau, Access, Refine o cualquier otro software que nos sirviera de herramienta para depurar y extraer conclusiones jugosas a los datos.

A esa abultada cantidad de horas también se suman dosis altas de perseverancia, disciplina, tolerancia a la frustración y una capacidad casi obsesiva para hallar soluciones a los problemas que las bases de datos demandan para la creación de su estructura, limpieza, análisis y visualización.

Un periodista de datos no se forma de la noche a la mañana. No pretenderá aprender a usar bases de datos de manera expedita y, por arte de magia, solventar todas las falencias que una educación, fundada en un inentendible temor a las matemáticas, nos heredó.

Un periodista capaz de analizar datos no es fruto de un curso introductorio de unas horas, como quien prepara un café instantáneo.

No, el curso solo siembra una semilla, que si germina en el reportero correcto desatará una curiosidad casi infinita por aprender más allá de lo básico: sumar, restar, dividir, multiplicar y sacar un porcentaje en una hoja de cálculo.

Ese es el periodista que se sobrepondrá a las típicas excusas de “no tengo tiempo”, “salgo muy cansado de la redacción”, “estoy habituado a dormir ocho horas, “en el diario no les interesa eso”, “no tengo dinero para pagar un curso”.

Ese reportero curioso encontrará tiempo para educarse, priorizará el aprendizaje sobre tirarse en la cama o el sofá para ver un maratón de sus series predilectas en Netflix -por ejemplo-.

También sacrificará unas cuantas horas de sueño para sumergirse en tutoriales. Se dedicará al eficiente método de aprendizaje de la prueba y error, a partir de la resolución de un problema real de análisis de datos.

Se trata de un periodista capaz de suprimir algunos gastos y ahorrar el dinero requerido para pagar un curso que eleve sus habilidades, comprar una licencia informática, pagar una tutoría o planear volver a la universidad para especializarse en esos temas que, a menudo, obvia la carrera periodística.

Además, tendrá claro que la inversión la hace por él, para crecer profesional e intelectualmente. No todo lo puede pedir gratis y no siempre lo que precisa aprender está en Internet, a veces está en la cabeza de alguien más.

El conocimiento, casi siempre, cuesta. Quienes invirtieron su tiempo y recursos en adquirirlo para luego compartirlo – con gusto y responsabilidad-, merecen respeto; tienen derecho a recibir una retribución económica por la inversión hecha y por transferir a otros una parte de su saber.

Aquellos comunicadores que solo se sientan a esperar que la iniciativa de formarlos en análisis de datos salga de sus propias salas de redacción, quizá seguirán sentados, esperando. Y el tiempo perdido hasta los santos los lloran, dice el refrán.

Una vez invertido el tiempo y el dinero en formarse, ese periodista inquieto jamás olvidará que la práctica hace al maestro. Eso, en periodismo de datos, es vital.

El conocimiento que no se pone en práctica se oxida y cae en algo peor que el triángulo de Las Bermudas. Solo la práctica permite llegar a dominar la técnica. Ver la luz del entendimiento en plenitud.

Un verdadero periodista de datos se retará constantemente, no llegará a creer que ya lo sabe todo porque domina Excel, por citar un solo programa.

Lo ideal es inspirarse en lo que proponía Descartes: ir de lo simple a lo complicado, ascender, grada a grada, en el conocimiento.

Ese es el periodista que vivirá con placer el proceso de especializarse en análisis de datos y lo agradecerá cada vez que publique una exclusiva. Cuando trascienda, en profundidad y enfoque, a quienes, por el contrario, optaron por no vencer el miedo a una hoja de cálculo y se aferraron a su zona de comodidad.

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